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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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14-09-2015

Vamos a desarrollar un plan B para Europa  

 

SURda

Opinión

Oskar Lafontaine  

 

Muchos en Europa habían puesto grandes esperanzas en la elección de Alexis Tsipras como primer ministro griego. Cuando, después de negociaciones largas y agotadoras, el líder de Syriza firmó el diktat europeo, la decepción fue grande. 

Sería injusto y presuntuoso querer dar lecciones morales a Alexis Tsipras y Syriza. Después de estas experiencias es mejor que la izquierda europea reflexione sobre las condiciones en que una política democrática y social (o sea una política de izquierda) es posible en Europa. Hemos aprendido una cosa: mientras que el Banco Central Europeo - que presume de ser independiente y apolítico - pueda cerrar el grifo financiero a un gobierno de izquierda, una política que se oriente hacia principios democráticos y sociales  es imposible   . 

El antiguo banquero de inversiones Mario Draghi, no es ni independiente ni apolítico. Estaba en Goldman Sachs cuando este banco de Wall Street ayudó al gobierno griego a falsificar sus balances para que pudiese entrar en el euro. 

En los últimos meses muchas discusiones se realizaron sobre si debería volverse al dracma. Pero no se llegó a nada, y reducir el debate a eso solamente es equivocado. No sólo en Grecia, sino en todo el sur de Europa, el desempleo juvenil es indecentemente alto, y la desindustrialización afecta a muchos países de la zona euro. Una Europa en que los jóvenes no tienen futuro está ante un colapso, y podría ser presa del resurgimiento de fuerzas de extrema derecha nacionalista. 

Volver al Sistema Monetario Europeo  

Por esta razón, para nosotros la cuestión no puede ser "¿El dracma o el euro?" En lugar eso la izquierda debe decidir si va a seguir defendiendo el mantenimiento del euro a pesar de consecuencias sociales catastróficas, o si se embarcará en  una transformación progresiva hacia un sistema monetario flexible europeo. 

Por mi parte, yo abogo por una vuelta a un Sistema Monetario Europeo (SME), teniendo en cuenta las experiencias que hemos tenido con este sistema y mejorar su construcción según los intereses de todos los países participantes. El SME funcionó durante muchos años, ciertamente no sin fricciones, pero mejor que la moneda única. 

A pesar de las tensiones inevitables, permitió compromisos continuos que sirvieron para restablecer el equilibrio entre las diferentes tasas de desarrollo económico, d ado que los bancos centrales de los países miembros estaban obligados - por desgracia sólo por un período reducido - en estabilizar el curso de los cambios entre los socios del SME. 

Pero en el euro, los trabajadores y los jubilados españoles, griegos o irlandeses son los que llevan la peor parte de las devaluaciones internas a través de la reducción de sus salarios y sus pensiones, y el aumento de sus impuestos. En contraste con el euro, el SME favoreció, y esto es lo que cuenta,  la cooperación entre los pueblos de Europa   . 

Sucesivas reevaluaciones y devaluaciones impidieron que la brecha entre las economías de los países europeos creciese demasiado . El predominio del Bundesbank, sin duda ha sido siempre un gran problema, pero era incomparablemente menor que la actual tutela ejercida por la economía y el gobierno de Merkel, Schäuble y Gabriel hacia el resto de Europa. 

Ahora es sólo una cuestión de tiempo hasta que un gobierno de Italia, por ejemplo, reconozca que no puede por más tiempo participar en la desenfrenada desindustrialización de su país. 

La necesidad de la descentralización  

En este contexto, en particular para la izquierda alemana, ha sido un error conceptual básico llevar por una dirección errónea el debate sobre el futuro de Europa. Cada demanda de recuperar para el nivel nacional la autoridad europea  es acusado de nacionalismo u hostilidad hacia Europa. 

Con este tipo de comentarios, las grandes corporaciones mediáticas meten cuchara en pos de intereses de las grandes corporaciones y los bancos alemanes, con acompañamiento musical. Y gran parte de la izquierda cae en la trampa. 

Ya en 1976, el maestro de esta ideología, Friedrich August von Hayek, demostrado en un artículo seminal que la transferencia de autoridad a nivel internacional despeja el camino para el neoliberalismo. Y esta es la razón por la que la Europa del libre mercado y de intercambio no regulado del capital  no es un proyecto de izquierda. Y puesto que la Comisión Europea y el Parlamento Europeo están a la entera disposición del lobby económico, una mayor transferencia de autoridad al nivel europeo significa la deconstrucción del Estado democrático y social. 

Y al decir esto hago una autocrítica, porque como un europeo convencido, que había apoyado durante mucho tiempo la política de una transferencia cada vez mayor de tareas hacia el nivel europeo, debería haber sido capaz de entender esto antes. Es lamentable que el filósofo alemán influyente Jürgen Habermas, y muchas figuras políticas y economistas que han participado en estas discusiones continúan aferrñandose a este camino, incluso cuando año a año induce cada vez más al error y pone uno contra el otro a los pueblos de Europa. 

Thomas Mann soñaba con una Alemania europea: su deseo se ha convertido en su contrario.  Hoy tenemos una Europa alemana. La democracia y la descentralización se condicionan mutuamente. Cuanto más grande es una entidad, más opaca, más leja y menos controlable es. 

Lo que pueda manejarse abajo, el del nivel de la comuna (gobierno local), debe ser manejado allí, y de allí al nivel del cantón, de la región, nivel nacional y la de la UE o la ONU, manteniendo el mismo principio. 

Uno no debe transferir a un nivel superior las cosas que pueden gestionar mejor por sí mismo.  Los ejemplos de malas transferencias son ahora el estándar. No necesitamos esos casinos de especuladores que actúan a nivel mundial, sino dejar las cajas de ahorros en el lugar que todavía se puedan controlar. 

Los bancos de los Estados federados, que al principio se regula con la gravedad, tienen desde hace mucho tiempo satisfecho grandes intereses financieros. No necesitamos gigantes de la energía que actúan en toda Europa con sus grandes centrales eléctricas y sus redes, sino servicios técnicos municipales, energías renovables, y capacidad de almacenamiento local. 

Los bancos emisores nacionales están bajo presión en una situación en que se desreguló el intercambio de capital y donde se abre la puerta abierta a la especulación mundial. Los bancos emisores deben de una vez hacer eso para que fueron inicialmente fundados: financiar a los estados. 

Se debe hacer paso a paso la transición a un sistema monetario europeo renovado. Si se reintroduce la dracma, por ejemplo - y este sería el primer paso - el BCE debería apoyar su curso. Tal vez el gobierno griego debería haber alentado a Schäuble a desarrollar su proyecto de exclusión temporal de Grecia de la zona euro. Había p rometió una reestructuración de las deudas y el apoyo humano y técnico para el desarrollo de crecimiento. 

Desarrollar un plan B
 

Si esta oferta había sido sincera y si el apoyo monetario del BCE se hubiese acordado, todos los escenarios catastróficos imaginados a continuación por los partidarios del euro frente al regreso del dracma habría perdido todo fundamento. Entonces Grecia habría podido, como Dinamarca con su corona, participar en un del tipo de cambio en un modelo SME II. 

Es sorprendente ver el grado en que los economistas y los expertos monetarios de renombre internacional procedentes de ambientes conservadores y de la izquierda liberal han recomendado una salida de Grecia del sistema euro. El valiente ministro de finanzas griego  Yanis Varoufakis, que ante las dificultades en en política economica con sus homólogos europeos realmente se hizo oír, había proyectado un escenario para el retorno al dracma. 

Quería un plan B en caso de que Draghi les cortase el flujo, pasando a la "opción nuclear", como dicen los especialistas. Efectivamente, el ex banquero de inversión hizo uso del arma. Schäuble es el verdadero matón de la zona del euro. Desde el momento en Syriza llegó en el poder en Atenas, utilizó los instrumentos de tortura del Banco Central Europeo para poner a Tsipras de rodillas. 

Ahora es necesario para la izquierda europea desarrollar un plan B para el caso en que un partido miembro llegue a situación comparable. Es necesario transformar el mecanismo europeo y eliminar del BCE, que no tiene ninguna legitimidad democrática, con poder de poner "fuera de servicio"  a  la democracia apretando un botón. La introducción progresiva de un SME renovado abriría un camino para eso. También debe la izquierda alemana descubrir la trampa del mantra de Ángela Merkel, de "Si el euro muere, Europa está muerta." 

Este euro se ha convertido en el instrumento de dominación de la economía alemana y del gobierno alemán sobre Europa. Después de las experiencias griegas, una izquierda que quiera una Europa democrática y social debe modificar su política europea y establecerla sobre nuevos caminos. 

Oskar Lafontaine  es un ex copresidente de Die Linke de Alemania (La Izquierda. Antes, durante cuarenta años, militó en el Partido Socialdemócrata (SPD), luego de la Alternativa Electoral por el Trabajo y la Justicia Social (WASG) y luego en Die Linke ( "La Izquierda"), fusión del PDS y el WASG en 2007. En la actualidad, retirado de la política. Fue Ministro-Presidente del Estado federal del Sarre, zonas industrializadas del Oeste de Alemania, hasta 1998. Candidato del SPD a canciller en la elecciones federales de 1990 en condiciones dificilísmas de predomino de inexpugnable del socialcristiano conservador Helmut Kohl; perdió pero logró el crecimiento parlamentario del SPD. Durante la campaña electoral fue atacado con un cuchillo por una mujer mentalmente perturbada que le atravesó la carótica, estuvo en estado crítico varios días, al salir se enteró que el congreso lo había elegido su presidente. Imprimió un giro a la izquierda en el pardido, al revés de la colaboración con los socialcristianos de hasta entonces. Así los socialdemócratas ganaron en 1998, fue nombrado Ministro de Finanzas y candidato a Canciller. En 1999 renuncia a todos sus cargos por estar en contra de la política neoliberal del nuevo gobierno socialdemócrata. En 2005 rompe con el Partido Socialdemócrata y es candidato de Alternativa Electoral por el Trabajo y la Justicia Social que obtiene el 9% de votos, luego se fusionan con otros y se forma La Izquierda (Die Linke), de él es co-presidente, pero en 2010 se retira debido a un cáncer. Lafontaine tuvo siempre ideas contradictorias (como se ha visto en esta entrevista) y ha sido criticado desde un lado y otro. Vive en una lujosa cas (aun para Alemania) conocida irónicamente como el "Palacio de la justicia social". Al respecto, dijo que los políticos de izquierda no tienen que ser pobres, pero sí tienen que luchar contra la pobreza. 
Aunque casi desconocido en Uruguay, es curioso que se lo mencionase en la campala electoral que llevó al Frente Amplio al gobierno, en 2004. Reinaldo Gargano, acuciado por el peridosita del programa "Quién es quién", sobre su fidelidad o no a las ideas de Marx (- Repitió usted la palabra Marx alrededor de 20 veces... - Porque no me la responde, por eso) Gargano sale citando a Lafontaine; "No es la sociedad quien debe estar al servicio de la economía, sino al revés, la economía debe estar al servicio de la sociedad para atender los problemas de la gente". 
- En un probable gobierno del FA, ¿van a aplicar  es   o   ?  (!!!!!) 
- Sí, sí, sin duda. 

Nos quedamos esperando. El gobierno del SPD alemán por el que Lafontaine militó resultó ser neoliberal y de derecha, Lafontaine dio un portazo y se fue. Más allá de todas las contradicciones, al final, probablemente sea por eso que la Historia lo recuerde, y no recuerde a ninguno de estos] 


Fernando Moyano
moyano.fer@gmail.com  

(Fuente: Links, Revista Internacional para la Renovación Socialista] 


 
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